Los actuales confinamientos del COVID-19 provocan una disminución de la actividad física (AF) y del comportamiento sedentario (CS). Esto se aplica tanto a individuos sanos como a varias poblaciones de pacientes, incluyendo algunas que han demostrado beneficiarse de la AF, así como la diabetes tipo 2.
Los mayores cambios en la AF se observan en las personas con mayores niveles de AF antes del confinamiento. También se observa un gran descenso en el volumen y la intensidad de entrenamiento de los deportistas de élite. Teniendo en cuenta los resultados positivos de la AF administrada digitalmente durante el primer encierro, esta estrategia debería aplicarse ampliamente en futuras situaciones semejantes.