A medida que la población mundial está envejeciendo y el número de personas mayores de 65 años está aumentando, los sistemas de salud se enfrentan a nuevos problemas como el aumento de enfermedades crónicas, los síndromes geriátricos y especialmente las caídas.
Las caídas son de hecho una de las afecciones más frecuentes asociadas con el envejecimiento. No sólo es una experiencia aterradora, sino que también conduce a una serie de consecuencias posteriores que pueden afectar gravemente a la salud de las personas mayores y provocarles lesiones, discapacidades, hospitalización, colocaciones o incluso la muerte. Su carga económica y sanitaria es muy importante. Por tanto, no es de extrañar que se desarrollen acciones de investigación y prevención en este campo específico. Uno de los desafíos para luchar contra este síndrome es abordar los diversos factores que intervienen en las caídas (es decir, el equilibrio, la función de movimiento, la coordinación) e invitar especialmente a las personas mayores a seguir moviéndose a pesar de la menor motivación o desinterés que a menudo se encuentran entre ellas.
Las actividades motivantes y agradables se han identificado como facilitadores en este sentido, y el baile puede ser un modo de actividad interesante. Aunque revisiones anteriores confirmaron sus efectos sobre el equilibrio, la fuerza o la movilidad (todos considerados factores de riesgo de caídas), en su mayoría muestran sesgos y no permiten conclusiones sólidas.
El presente ECA, bien diseñado, y que se centró en la danza para personas mayores como una forma segura y agradable de reducir los riesgos de caídas, descubrió que esta actividad es eficaz para las personas mayores para mejorar el equilibrio y la coordinación, pero no la función cognitiva.