La actividad física está altamente recomendada para limitar los efectos negativos del envejecimiento. Uno de sus componentes es el entrenamiento de fuerza (RT), que ha probado ser efectivo in la mejora de varias dimensiones de la salud, incluyendo la fuerza y masa muscular, función global, aspectos psicológicos e incluso sociales. La Organización Mundial de la Salud recomienda para personas de edad avanzada realizar entrenamiento de fuerza al menos dos veces por semana añadido al entrenamiento de resistencia.
Sin embargo, parece que la proporción general de personas mayores que cumple estas recomendaciones es bastante baja. Además, un número amplio de personas tiende a abandonar las actividades físicas (y por lo tanto, RT) en unos pocos meses tras iniciarlas, lo que al final, reduce el número de personas mayores practicando RT e incrementa la inactividad.
Las estrategias para incitar a las personas a ser activas se han estudiado en la literatura y, entre ellas, los aspectos psicológicos del ejercicio (particularmente las respuestas efectivas como placer/disconfort) han mostrado estar fuertemente relacionados con la actividad y el comportamiento. Por ejemplo, estudios previos mostraron que la carga de ejercicio autoseleccionada (por ejemplo, los individuos eligen la intensidad de sus propios ejercicios) fue una buena forma de fomentar la autonomía y el bienestar, incrementando la implicación en el ejercicio. Similares conclusiones se encontraron para propuestas de RT autoseleccionadas (SSRT): más bienestar, menos esfuerzo, adaptaciones físicas positivas (masa y fuerza muscular, función).
El presente RCT por lo tanto valoró los efectos de un programa SSRT de doce semanas sobre el estado físico de mujeres mayores inactivas, investigando su respuesta psicológica al ejercicio. Esta propuesta fue efectiva para mejorar la actividad física y aumentar el bienestar entre esta población.